❞alquds.news│Por Alberto García Watson
El alto al fuego firmado en Sharm el-Sheij el pasado 9 de octubre, con la mediación de Egipto, Catar y la presencia de Donald Trump, fue presentado como un “nuevo comienzo”. Apenas una semana después, ya parece un viejo
Israel ha violado el acuerdo al menos 47 veces, según fuentes humanitarias y medios locales, bombardeos selectivos, fuego contra civiles y bloqueo total a la entrada de ayuda médica.
La tregua, en la práctica, existe solo en los
comunicados oficiales.
En las últimas horas, once miembros de una familia palestina, siete niños y dos mujeres, murieron bajo fuego israelí cuando intentaban regresar a su casa.
El ejército justificó el ataque alegando que “eran combatientes que salían de un túnel de Hamas”. Una narrativa ya rutinaria, todo palestino muerto es, por defecto, un “terrorista potencial”.
Lo irónico es que, incluso si el túnel existiera, los cadáveres no mienten. Y los de esa familia fueron encontrados en el umbral de su vivienda, no en un campo de batalla.
Mientras tanto, el intercambio de cadáveres se ha convertido en un espejo moral del conflicto.
Israel exige la devolución inmediata de los cuerpos de sus cautivos, pero entrega los de los palestinos aplastados por tanques, maniatados, con disparos a quemarropa e incluso sin órganos internos, según
denuncias del Ministerio de Salud de Gaza y médicos forenses internacionales.
Cada cuerpo devuelto llega numerado, sin nombre, sin dignidad y sin posibilidad de ser identificado.
A eso se suma el fracaso del intercambio de prisioneros.
La liberación de Marwan Barghouti, el histórico líder palestino, fue bloqueada en el último
minuto, mientras casi 400 niños palestinos (la mitad de los cuales han sufrido torturas y abusos sexuales) continúan en cárceles israelíes, la gran mayoría sin cargos formales.
Los prisioneros palestinos liberados relatan torturas,aislamiento y hambre, los rehenes israelíes, en cambio, fueron recibidos con homenajes, flores y cámaras. La asimetría no necesita explicación, se ve. Israel sostiene que “actúa con moderación”.
Pero bloquear la entrada de camiones con material médico, combustible, gran parte de la comida y agua o impedir el rescate de cadáveres bajo los escombros y amenazar con reanudar
los ataques si Hamas no entrega cuerpos a tiempo no son actos de defensa,
son gestos de dominio.
La tregua no está rota, simplemente, nunca fue real.
Quizá la ironía más cruel sea que, mientras el mundo celebra una paz de
papel, en Gaza los muertos siguen llegando numerados y los vivos siguen
contados como enemigos.
Y en ese cálculo implacable, Israel parece haber demostrado una vez más que
puede firmar la paz… sin dejar de hacer la guerra. │Diario Al-Quds Libération صحيفة القدس ليبراسيون - Global Intellectual Property Registry Nº: 1 607138 370884 All rights reserved ©2016|

